3.12.2006

La muerte burlada

Después de tanto tiempo, un nuevo post con algo escrito por mi. La semana pasada comencé un taller literario y me está sirviendo de motivación para sentarme a escribir. Esto que verán a continuación está escrito sin demasiado cuidado, cada vez que lo leo tengo mil cosas para cambiarle o corregirle, pero igual lo voy a postear como fue escrito. Lo que prioricé fue lo que quería contar, sin fijarme tanto en la forma. Se aceptan opiniones constructivas. Aquí lo tienen:
La habitación aún estaba oscura aunque pronto amanecería, pero las sombras no lograban ocultar el pútrido hedor del lugar. El desorden y la suciedad más grotesca se sentían en el aire. Era un lugar inhabitable. Pero a este hombre no le importaba, ya nada le importaba. Cuando finalmente llegó la muerte a llevarlo él se negó entre lágrimas. Típico, otro infeliz que suplica por conservar una vida que ya lo ha derrotado -pensaba la muerte cuando fue interrumpida por un pedido de su víctima: Antes de apagar mi vida por favor explícame porqué terminé así, mi memoria está en blanco y si yo no tengo recuerdo tal vez, sólo tal vez, tampoco tenga pasado. Sin pasado no existo y si no existo no puedes matarme. La muerte vaciló como vacilaría un hombre ante un enemigo que le pide piedad; y accedió sudorosa al inusual pedido de aquel derrotado.
Tu fuiste el único hijo de un matrimonio de gente trabajadora pero humilde del barrio de Versalles. Creciste sin lujos y con pocas faltas. Cuando decidiste que la música era tu vocación peleaste con tus padres que no lo aprobaban y nunca los volviste a ver. Lograste el éxito luego de muchos años de empeño y dedicación. Llegaste a ser un distinguido pianista y compositor. Viajaste por todo el mundo; y donde ibas lograbas cosechar el éxito entre el público y la crítica. Un buen día no hacer mucho tiempo conociste en Paris a la que luego fue tu esposa. Se amaban profundamente y el fruto de ese amor fueron dos hermosos hijos. Todo era felicidad para ti hasta que cierta noche, de Nuevo en tu entrañable Buenos Aires con tu familia, una droga que un viejo amigo te facilitó te llevó a un lugar al que nunca hubieras querido ir. Tú estabas habituado a la marihuana y a veces tomabas algunas pastillas en fiestas muy selectas a las que ibas cuando estabas en Francia, pero nunca nada te transformó como aquella sustancia, aquella noche. Te sucedieron muchas cosas esa noche, pero lo trascendental fue que entraste a una habitación como ésta con un cuchillo en la mano derecha, sin decir nada tomaste del cuello con tu mano izquierda a una mujer y la apuñalaste repetidas veces mientras sus dos hijos, caídos a tus pies lloraban atónitos. También los mataste degollándolos sin dudar. Te sentaste a contemplar tu obra y despertaste al otro día sentado donde estás ahora, donde has estado sentado los últimos 25 días.
En el momento en que la muerte terminó de decir estas palabras y mientras el hombre comenzaba a sentir como propio el relato que acababa de oír, la luz del amanecer comenzó a inundar el lugar. Estupefactos quedaron ambos. Aunque fue la muerte quien se asustó al ver que la habitación estaba limpia y ordenada, que no había cadáveres en descomposición ni asesino y que estaba hablando sola. La muerte se está volviendo loca.